La unión hace la fuerza, también en el aula

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Escrito por 
Anna Flotats

Las TIC son clave para el aprendizaje colaborativo

La unión hace la fuerza. Y no sólo lo dice el refranero. La ciencia ha demostrado que el intercambio, la socialización y la actividad grupal han sido factores decisivos en el desarrollo humano. ¿El motivo? Somos seres sociales que vivimos relacionándonos con otros seres y los grupos son la manera de expresar los vínculos que se establecen entre nosotros. Lev Semiónovich Vygotski, un destacado teórico del desarrollo, afirmaba que el aprendizaje en grupo tiene beneficios cognitivos y afectivos porque “establece un vínculo dialéctico entre el proceso educativo y el proceso de socialización humana”.

Esto explica que, a veces, los alumnos tengan más éxito que el profesor a la hora de hacer entender un concepto a otro alumno. La razón de este fenómeno es que los compañeros de clase están más cerca entre ellos en cuanto al desarrollo cognitivo y a la experiencia en la materia que se estudia. Además, el alumno que aprende no es el único que saca provecho del intercambio, sino que el estudiante que explica mejora su comprensión. Por todo ello, la colaboración y la interacción entre los estudiantes son factores clave por la mejora del rendimiento escolar.

Cómo explica la cabeza de la división de políticas sectoriales, TIC y Educación de la Unesco, Francesc Pedró, además de una gran dosis de motivación por el aprendizaje, las actividades cooperativas “aportan a los estudiantes la oportunidad de desarrollar con éxito competencias más complejas que las que podrían llegar a generar por sí mismos”. No estamos hablando de hacer trabajos en grupo, sino de compartir lo que cada alumno sabe o ha aprendido.

Antes, el aprendizaje colaborativo se limitaba a interacciones presenciales, pero ahora, internet abre un abanico de actividades conjuntas entre alumnas de todo el mundo. Además, las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) son precisamente el que utilizan los jóvenes para relacionarse, comunicarse e interactuar; de forma que son una herramienta muy útil para fomentar el aprendizaje colaborativo.

En el aprendizaje colaborativo, los alumnos son constructores de sus propios conocimientos y los profesores se convierten en supervisores

La prueba del éxito es el llamado Knowledge Forum, una plataforma gratuita que fomenta la construcción colaborativa de conocimiento haciendo que los alumnos expongan sus ideas (en forma de preguntas o afirmaciones) en una base de datos compartida y clasificada por los mismos estudiantes. De este modo, alumnos del mismo centro o incluso de escuelas de otros países pueden participar en la construcción de un conocimiento común sobre cualquier tema. Además, las evaluaciones de estos proyectos reflejan una mejora en los resultados de los alumnos que participan en ellos, especialmente, los que suelen tener un rendimiento mediano y bajo.

En América Latina ya lo han comprobado. Brasil ha puesto en marcha una red de aprendizaje en temas científicos y en México, el proyecto El aula del futuro invita a los alumnos a compartir los apuntes o las opiniones que tienen almacenados en el teléfono, el ordenador o en su tableta en espacios colaborativos públicos. “Con este enfoque, el trabajo desarrollado en un dispositivo personal contribuye rápidamente al trabajo grupal, potenciando el surgimiento de dinámicas de comparación, análisis y discusión”, explica Pedró.

La observación pasiva y la memorización tienen que dar paso a la confrontación de opiniones y al conocimiento compartido. Las claves del éxito son la cooperación, el trabajo en equipo, la comunicación y la responsabilidad. Cuatro ejes que son los fundamentos, por ejemplo, de Quiosco Foro Multimedia y SpeakEasy, dos aplicaciones que estructuran las interacciones comunitarias entre los estudiantes y, a la vez, fomentan la participación equitativa e inclusiva.

Begoña Ros, profesora de Pedagogía en la Universidad de Barcelona y especialista en el uso de las TIC en el ámbito educativo, explica las reglas del juego: “Los alumnos desarrollan sus propias estrategias de aprendizaje, señalan sus objetivos y retos, a la vez que se responsabilizan de qué y cómo aprenden. La función del profesor es apoyar a las decisiones del alumno”.

Imaginémonoslo. Profesores que se convierten en facilitadores o supervisores; y alumnos que hacen las veces de constructores, descubridores o transformadores de sus propios conocimientos. Los alumnos mejoran su rendimiento y, con ello, estamos construyendo una cultura de colaboración entre maestros y estudiantes que potencia otra manera de pensar, de participar, de compartir conocimientos, de valorar las aportaciones ajenas y de sentir un proyecto común como propio. Quizás vale la pena probarlo, ¿no?

Escrito por

Anna Flotats

Me llamo Anna Flotats, soy periodista y actualmente me dedico a la comunicación política. Soy jefe de prensa de un grupo parlamentario en el Congreso. He pasado por Público, El País, COMRàdio y Barcelona Televisión. Estudié Periodismo en la Universidad Autónoma de Barcelona y hice el máster en Ciencias de la Información del diario El País. He cursado también el máster en Dirección en Comunicación empresarial e institucional de la UAB.
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