Deberes fuera de clase: un debate desenfocado

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Escrito por 
Anna Flotats

Las actividades en casa como las tenemos entendidas hasta ahora son un esquema del pasado

Este fin de semana muchos niños y niñas han hecho huelga de deberes. No han abierto ningún libro de texto, no han hecho ningún ejercicio de repaso y tampoco han avanzado los trabajos en grupo. El objetivo: restringir los deberes al horario lectivo para recuperar tiempo familiar. Es la tesis de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de la Escuela Pública (Ceapa), que ha convocado esta huelga para todos los fines de semana del mes de noviembre.

Los detractores de los deberes fuera de clase aseguran que no garantizan el éxito escolar, que generan desigualdad y que la excesiva regulación del tiempo libre que provocan hace que los alumnos acaben rechazando el aprendizaje. De hecho, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), un 34% de los niños y un 25% de las niñas españolas de 11 años se sienten agobiados y agobiadas por los deberes. Y a medida que aumenta la edad, el porcentaje crece con especial incidencia entre las chicas. A los 15 años, las alumnas que se sienten presionadas –lo que se traduce en estrés– son siete de cada diez. Ellos, un 60%.

Según la OMS, un 34% de los niños de 11 años se sienten agobiados por los deberes

Los alumnos españoles dedican unas 6,5 horas semanales a hacer deberes fuera de clase. Ocupan el cuarto lugar del ranking de la OCDE y los contrarios a la huelga lo ven como un éxito porque entienden que las tareas al margen del aula fomentan la organización, la disciplina y la responsabilidad de los estudiantes.

¿Tiene sentido que los alumnos de Primaria y ESO dediquen gran parte de su tiempo libre a hacer deberes? Pues, como todo, depende. Depende del tipo de deberes y del tipo de clases. Si los profesores se limitan a transmitir información que los alumnos pueden encontrar en Wikipedia, si siguen ejerciendo de guardianes absolutos del conocimiento en lugar de hacer de guías hacia el conocimiento y si, además, ponen deberes basados en la repetición y la memorización, es evidente que los adolescentes aprenderán más haciendo cualquier actividad en familia de las que propone la asociación convocante de la huelga (visitar un museo, ver una película, debatir sobre un tema polémico...). Los padres de la escuela pública defienden el aprendizaje no formal y reivindican el espacio educativo de la familia.

Los alumnos españoles dedican 6,5 horas semanales a hacer deberes fuera de clase

Lo que no podemos perder de vista es que la función de los profesores en el aula y de los deberes en casa es la misma: que los alumnos aprendan. Muchos maestros dicen que los deberes sirven para asimilar lo que se ha aprendido en clase, pero es que la manera de aprender ha cambiado y, con ella, la manera de asimilar el conocimiento.

Han cambiado los formatos y los soportes, las fuentes de información se han multiplicado y además ahora los alumnos pueden generar conocimiento y ser emisores de contenidos. ¿Por qué los deberes no pueden ser hacer un meme sobre el tema que se ha tratado en clase de Historia? O buscar información sobre el pensador del siglo XIX del que hablará mañana en clase el profesor de Filosofía?

Los más osados incluso se podrían atrever con las llamadas aulas invertidas, que ya son una realidad en Inglaterra y en Estados Unidos y que empieza a ganar peso en España. En este caso la clave es girar el modelo por completo. Los alumnos estudian los conceptos en casa, viendo vídeos educativos preparados por sus propios profesores, escuchando podcasts o consultando páginas webs recomendadas por los maestros; y en clase el docente se centra en resolver dudas, plantear proyectos, problemas y hacer experimentos.

 

En este escenario donde impera el descubrimiento del conocimiento, el uso de la red con un objetivo educativo, la experimentación y los proyectos conjuntos... En este contexto que quizás es nuestro futuro pero que ya es el presente en otros países, ¿no os parece anticuado hablar de deberes? Incluso la palabra, "deberes", parece de otra época.

Escrito por

Anna Flotats

Me llamo Anna Flotats, soy periodista y actualmente me dedico a la comunicación política. Soy jefe de prensa de un grupo parlamentario en el Congreso. He pasado por Público, El País, COMRàdio y Barcelona Televisión. Estudié Periodismo en la Universidad Autónoma de Barcelona y hice el máster en Ciencias de la Información del diario El País. He cursado también el máster en Dirección en Comunicación empresarial e institucional de la UAB.
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