Los refugiados de Siria bajo el efecto CNN
La información como espectáculo para ganar audiencia
Desde marzo del 2011 han pasado ya cuatro años y medio. Cuatro años y medio durante los cuales hemos sido espectadores de una incesante cantidad de imágenes sobre la guerra de Siria. Desde hace ya muchos días, estas instantáneas del horror han pasado a compartir portada y telediarios con las imágenes que nos llegan de los refugiados que intentan entrar a Europa. Son otra cara de la misma historia y continúan con el relato del conflicto. Las vemos mientras comemos, nos las encontramos por la mañana en el bar, nos llegan a través de las redes sociales…en una sociedad que vive rodeada de pantallas, resulta imposible no ser espectador de la barbarie. Y reconozcámoslo, tampoco parece posible poder digerir a diario tal cantidad de impactos visuales.
Se dice que una imagen vale más que mil palabras. No pretendo debatir aquí qué tiene de cierta esta afirmación que se ha convertido ya en un tópico sino utilizarla como punto de partida para reflexionar sobre la finalidad con la que se capturan estas imágenes por las cuales, por cierto, muchos fotoperiodistas se juegan la vida a diario. Robert Capa, dijo en su día: «los muertos habrían perecido en vano si los vivos se negasen a verlos». Por aquél entonces el famoso fotógrafo no podía imaginar que un día viviríamos bajo un chorro incesante de imágenes y que ante tal sobreabundancia o hastío nos convertiríamos en espectadores insensibles, incrédulos, impasibles o simplemente indiferentes.
Los medios nos están educando en la cultura de la conmoción para estimular el consumo informativo
Así es hoy el espectador occidental que nos describe la escritora Susan Sontag en su libro “Ante el dolor de los demás” en el que reflexiona sobre el efecto de las imágenes que retratan los conflictos bélicos. Pero eso no significa que seamos inmunes al sufrimiento ajeno. Sontag, nos disculpa: cuando como occidental acomodado no sabes lo que realmente significa una guerra, quizás no puedas comprender del todo la realidad de lo que estás viendo; cuando los muertos no son tuyos y suceden en un lugar remoto y lejano, quizás te parezcan unos muertos menos reales. También el cine y la cultura audiovisual en la que vivimos inmersos influyen en el hecho de que todo nos parezca menos real, según coinciden a destacar muchos autores. Pero Sontag encuentra otra explicación ante nuestra reacción como espectadores. Y es que los medios nos están educando en la cultura de la conmoción para estimular el consumo informativo. Por eso cada vez necesitan imágenes más dramáticas para llegar al espectador y por eso cada vez tenemos más tolerancia ante el dolor de los demás.
En este contexto, resulta aún más macabro lo que hoy ya practican todos los medios y se conoce cómo el efecto CNN. El efecto CNN se basa en servir información continua y a tiempo real de los acontecimientos con el argumento de contar lo que está pasando en directo, es decir, mientras sucede. Sin embargo, el objetivo real no es este, sino hacer partícipe emocionalmente de los hechos al espectador para que pueda vivir la noticia como si estuviera allí. Por lo que la información se convierte en espectáculo y el periodista, en un simple narrador de lo que sucede. Es por ello que son muchos los periodistas críticos que consideran que esto va en contra del periodismo. Porque hacer periodismo no es describir lo que sucede, consiste en tomar distancia ante los acontecimientos para poder analizarlos, contrastar las fuentes, verificar la información disponible y tratar de dar una explicación a los hechos.
El efecto CNN demostró su eficacia para ganar audiencia durante la primera guerra de Iraq y sigue vigente en la actualidad porque continúa demostrando que resulta muy útil para atrapar al espectador. Estos días, las televisiones nos muestran con cámaras en directo como los refugiados sirianos intentan entrar a Europa y como espectadores, nos resulta imposible no quedarnos enganchados ante la pantalla porque consiguen transportarnos hasta el lugar de los hechos como si nosotros también estuviéramos allí. Aunque en realidad, estemos nos encontremos simplemente ante un plato de sopa mirando la tele y contemplando el espectáculo de un drama.